Escenarios de emergencia del paisaje político altomedieval en el interior de la península ibérica durante la quinta centuriacerámica, necrópolis rurales y asentamientos encastillados

  1. VIGIL ESCALERA GUIRADO, ALFONSO
Dirigida por:
  1. Juan Antonio Quirós Castillo Director/a

Universidad de defensa: Universidad del País Vasco - Euskal Herriko Unibertsitatea

Fecha de defensa: 24 de noviembre de 2009

Tribunal:
  1. Javier Arce Martínez Presidente/a
  2. Santiago Castellanos García Secretario
  3. Almudena Orejas Saco del Valle Vocal
  4. Luis Caballero Zoreda Vocal
  5. Javier Aquilué Abadías Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 284327 DIALNET

Resumen

El análisis arqueológico del siglo V d.C. ha sido víctima de un efecto frontera, lo que ha supuesto que quedara un tanto desdibujado tanto desde la óptica de la historiografía del periodo romano como de la medieval. Una revisión analítica de varios bloques de evidencias arqueológicas como la abordada en este trabajo, en la que adquiere un claro protagonismo el de la cerámica, permite redefinir en términos novedosos la resolución de los rasgos de la secuencia cronológica tradicionalmente manejada para esa quinta centuria. La posición que de esta forma encuentran en la secuencia temporal otras series de evidencias propias y exclusivas de un contexto post-imperial (necrópolis rurales y asentamientos encastillados de los territorios peninsulares que quedaron desgajados desde inicios del siglo V d.C. de la esfera del control político imperial) consiente interpretarlos desde una perspectiva que enfatiza la reacción en cadena que en los mecanismos de interacción social produjo el colapso del orden político anterior. A lo largo del proyecto se subraya la extraordinaria importancia que adquiere la producción, distribución y consumo de determinados productos artesanales (cerámica, vidrio, metalistería) en la estructuración y el mantenimiento de las redes sociales y políticas de estos territorios, de los vínculos entre los centros políticos jerárquicos y el medio rural. Nuestra lectura de la evidencia arqueológica apunta a que durante la primera mitad de la quinta centuria quedarían configuradas las bases de lo que social, política y económicamente ya sería lícito considerar un paisaje altomedieval.