El capitalismo sueco y los límites del socialismo reformistauna crítica marxista del modelo de Rhen-Meidner (1932-1983)
- DEL ROSAL CRESPO, MARIO
- Xabier Arrizabalo Montoro Director/a
Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid
Fecha de defensa: 14 de julio de 2015
- Jorge Óscar Fonseca Castro Presidente/a
- Juan Manuel Ramírez Cendrero Secretario/a
- Joaquín Arriola Palomares Vocal
- Luis Buendía Vocal
- Luis Enrique Casais Padilla Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Esta tesis estudia la economía de Suecia a lo largo del período 1932-83. El objetivo es comprender los resultados y los límites del llamado modelo Rehn-Meidner, el marco de relaciones laborales entre trabajo y capital que constituyó el núcleo de la gestión socialdemócrata del capitalismo en este país. La hipótesis planteada, cuyo análisis se fundamenta en un estudio económico atento al marco histórico y político basado en el paradigma marxista, afirma que el modelo Rehn-Meidner estuvo siempre sometido tanto a los límites de la propiedad y el monopolio del capital sobre los medios de producción como a los de la evolución de la explotación, la rentabilidad, la competitividad, la productividad y los salarios. Así, fue su funcionalidad para optimizar la dinámica de acumulación la que hizo posible su implantación en los años 50, de la misma manera que sería la amenaza de transgresión de las fronteras indicadas la que provocaría su desaparición en los 80. Este modelo, aun implementado bajo sucesivos gobiernos del hegemónico Partido Socialdemócrata de Suecia (SAP), surgió de una propuesta del capital dominante, constituido por monopolios nacionales privados, fundamentalmente exportador y representado por una fuerte patronal (SAF). Este interés se justifica porque el modelo pretendía fomentar la productividad, la explotación y la acumulación, mantener controlado el coste laboral unitario y los precios mediante la contención salarial, y estimular, a través de estos mecanismos, la competitividad de las exportaciones suecas. El modelo sería después apoyado e impulsado con convicción por la poderosa confederación sindical central (LO), en respuesta a su posicionamiento a favor de la capitalización, el cambio técnico y la racionalización como claves para estimular la productividad y, gracias a ello, garantizar el pleno empleo. Además, el modelo favorecía una mayor igualdad retributiva dentro de la clase trabajadora, de modo que el resultado sería la plena institucionalización del conflicto laboral, lo que fortalecería el poder sindical sobre los trabajadores y frente al capital. El modelo Rehn-Meidner tuvo efectos asimétricos sobre la pugna distributiva. Primero, en el seno de la clase trabajadora, resultaron favorecidos los asalariados con bajas remuneraciones y escasa cualificación a costa de los grupos con mayores sueldos y formación. Segundo, en la competencia entre los capitales, salieron beneficiadas los grandes firmas exportadoras en desmedro de las empresas de ámbito nacional. Y, tercero, en la lucha entre capital y trabajo, saldría favorecido el primero gracias a la contención salarial resultante de la aplicación del modelo, al fomento a la productividad de la fuerza de trabajo y a la moderación sindical reinante durante su vigencia. Como consecuencia, el modelo hubo de ser impuesto a los sectores perjudicados a través de diversos mecanismos de presión ejercidos por la LO, la SAF y el propio gobierno socialdemócrata. En todo caso, el modelo Rehn-Meidner permitió alcanzar altas tasas de empleo y de actividad, en especial, entre las mujeres, al tiempo que lograba una notable reducción de las desigualdades distributivas dentro de la clase trabajadora y una larga etapa de paz social. Entre los factores que hicieron esto posible destacan, el elevado ritmo de aumento de la productividad, la competitividad y la acumulación, un crecimiento masivo del empleo público, una ambiciosa política activa de empleo que impuso procesos de movilidad geográfica y funcional a los asalariados, no sin notables perjuicios sociales para amplios segmentos de la clase trabajadora, y la institucionalización total del movimiento obrero, que se vio sometido a una centralización burocratizada por parte de la LO que impedía cualquier disidencia o desacuerdo con la negociación colectiva.